El índice de precios al consumidor cayó un 2.4% récord en agosto respecto al mismo mes del 2008, en un contexto de débil demanda final y abaratamiento del combustible, alimentando la preocupación de que la deflación se prolongue más de lo que se preveía.
Aunque el efecto de la caída de los precios del combustible se diluirá en septiembre, el maltrecho consumo doméstico está afectando cada vez más a los precios, lo que podría causar que el banco central japonés no suba en varios años las tasas de interés desde su actual nivel de casi cero.
"Reflejando el estancamiento de las ventas minoristas, la caída en los precios se está extendiendo más de lo que esperábamos (...) Existe la posibilidad de que la deflación se prolongue más de lo previsto", dijo Susumu Kato, economista jefe de Calyon Securities.
El índice de precios al consumidor estructural, que excluye los precios volátiles de los alimentos pero que incluye los del combustible, bajó un 2.4% interanual en agosto, en línea con las expectativas del mercado y frente a la caída del 2.2% mostrada en julio.
Sin tomar en cuenta los precios de la energía, el índice descendió un 0.9% en agosto con respecto al año anterior, sin mostrar cambios desde el mes previo.
Además, los precios del área de Tokio, disponibles un mes antes que los datos nacionales, bajaron un 1.4% interanual en septiembre frente al 1.1% que cayeron en agosto.
"La deflación se está convirtiendo en algo serio. Si un minorista baja los precios, otros tendrán que hacer lo mismo si quieren seguir vendiendo", dijo Yoshimasa Maruyama, economista de Itochu Corp.
"Es cierto que las caída en los precios no está llevando a un descenso del consumo, según dice el Banco de Japón, pero claramente está recortando los beneficios de las empresas", añadió el experto.
Con la economía recuperándose lentamente de su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, pocos economistas esperan que las caídas en los precios se aceleren bruscamente.
Pero una demanda doméstica débil posiblemente mantenga viva la presión deflacionaria, incluso cuando desaparezcan los efectos del retroceso de los precios del combustible desde los máximos de julio.
El Banco de Japón ya ha pronosticado que la deflación dure hasta el año fiscal que finaliza en marzo del 2011, y se espera que extienda su pronóstico de deflación otro año más en su próximo anuncio de estimaciones, a fines de octubre.
Es improbable que eso sólo lleve al banco a actuar contra la caída en los precios, pues piensa que un descenso moderado no representa una amenaza importante para la economía.
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