La dependencia comercial de México entró a una estructura de mayor riesgo para las empresas nacionales, debido a que China, su principal competidor en el mundo, se convirtió en el segundo país proveedor de materias primas para la economía nacional.
Es así que se reportó un acelerado avance de las importaciones provenientes de esa nación asiática, al acumular un valor por 29 mil 418 millones de dólares, equivalentes a un incremento de 20.7 por ciento anual durante los primeros diez meses de 2008.
Esta situación cobra relevancia si se toma de manera unilateral, ya que China es una nación de gran liderazgo en el mundo, y en materia de competencia ha relegado a la economía mexicana, incluso dentro del mercado estadounidense, en donde desplazó a México y se situó como el segundo socio comercial.
El comercio exterior revela una alta concentración con los países del Tratado de Libre Comercio -Estados Unidos y Canadá-, pero principalmente con el primero, nación con la que se realiza el 86 por ciento de las exportaciones, mientras que el 53 por ciento de las adquisiciones provienen de ese país.
El monto del comercio bilateral México-Estados Unidos ha limitado el margen de maniobra de las empresas mexicanas, impidiéndoles impulsar una diversificación de sus ventas y, por ende, de sus importaciones.
Pero de manera consistente China entró al escenario comercial y está creando una dependencia en términos de proveedor, situación considerada en cierto modo peligrosa, al significar el posible desmembramiento de las cadenas productivas en la economía mexicana.
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Lo anterior revela la desventaja con la que México mantiene un relación comercial más estrecha con China, país considerado un riesgo comercial para que prevalezca el encadenamiento productivo nacional y el énfasis también se pone en términos de Inversión Extranjera Directa.
Las comparaciones son diversas, y en el caso específico de la productividad industrial, mientras que en China creció 17 por ciento anual entre enero y octubre del año que está por terminar, la eficiencia productiva de la economía mexicana aumentó tan sólo 4.96 por ciento anual.
El producto de la ciencia y la tecnología
Además, hay factores que se interponen en este escenario comercial por el que está atravesando México, como el rezago tecnológico, que coloca a la economía mexicana en un estatus de debilidad competitiva ante los mercados internacionales, debido a la baja participación de la inversión federal en ciencia y tecnología, al observarse que este gasto representa 0.42 por ciento del Producto Interno Bruto.
Los estándares internacionales marcan que lo aceptable para mantener un nivel competitivo en los distintos ámbitos de la economía es de 1.5 por ciento del PIB, y México se encuentra muy por debajo de esta condición estadística.
La inversión en tecnología respecto al producto ocupa un lugar relevante en otras naciones, lo que presiona para que dicho gasto se incremente en los próximos años, dado que en Japón, Estados Unidos y Corea del Sur esta proporción es de 3, 2.7 y 2.5 por ciento, respectivamente. Mientras que en Brasil es de 1 por ciento y en
Lo anterior debido a que uno de los aspectos de la inversión en ciencia y tecnología es lograr la generación de nuevos productos, procesos y servicios que beneficien la calidad de vida de la población o procesos que mejoren los niveles de competitividad internacional de las actividades productivas.
La recesión que ya empezó a causar estragos sobre las naciones desarrolladas, tendrá efectos graves en las economías emergentes particularmente. México resentirá en mayor medida la fragilidad del consumo proveniente del mercado estadounidense.
En este tenor, será la economía china la que si bien sufrirá un recorte en su crecimiento del Producto Interno Bruto de casi la mitad de la tasa que venía mostrando en los últimos cinco años, eso no impedirá que siga avanzando con éxito en su presencia comercial en el mundo.
El país asiático se posicionó en el segundo sitio como proveedor externo de la economía mexicana
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