Aunque las pequeñas y medianas empresas (Pymes) aportan 52 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y generan 72 por ciento del empleo en México, la promoción de su desarrollo, modernización y competitividad ha carecido de visión de largo plazo por casi tres décadas.
Entre éstos cita la carencia de organización, rezago tecnológico, obsolescencia fabril, falta de integración, asociación y capacitación, problemas en la comercialización, escasez y dificultades para tener acceso al financiamiento, y ausencia de registros contables.
Y hoy se añaden más problemas, como altos costos de operación, mercado contraído, carencia de materias primas, falta de liquidez, baja participación en el comercio exterior, desvinculación con los sectores más dinámicos y con el académico, deficiente capacitación, y ausencia de una cultura de innovación de procesos y desarrollo tecnológico.
Ante ese crítico panorama, los industriales exigen al Congreso de
Equidad
El organismo que preside Ismael Plascencia Núñez expone que a fin de competir en la economía global se requiere nivelar los apoyos gubernamentales para dar un piso común a los emprendedores nacionales.
También se necesita utilizar el poder del sector público de manera amplia, no sólo en asignaciones presupuestales, sino su poder de compra para garantizar la demanda en las primeras etapas.
Presupuesto, adaptabilidad y recreación de los instrumentos son las nuevas reglas del juego en el mundo globalmente competitivo.
En su documento mensual Pulso Industrial,
Hace ver que en la promoción de la competitividad empresarial, Estados Unidos destina a ese segmento tres veces más recursos como proporción del PIB y Canadá cuatro veces más que México.
En tanto, Chile invierte cinco veces más que nuestro país, y Brasil seis veces más.
Si en México los recursos presupuestales son limitados en comparación con los de otras latitudes, es necesario asegurar su uso eficiente, evitando la atomización de esfuerzos, infraestructura de apoyo y recursos humanos.
Para afrontar los retos de la modernización y el desarrollo de las Pymes, es preciso partir de un proyecto que rebase las fronteras sexenales y se complemente con un marco legal que ofrezca certidumbre, instituciones comprometidas con los emprendedores, y un impulso decidido a la innovación tecnológica.
Asimismo, una estrategia eficaz para que las acciones de promoción lleguen a los grupos para los que han sido diseñadas, pues sólo así los negocios del sector mayoritario tendrán la oportunidad de competir exitosamente.
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